Nunca pensé que escribiría en Japón y yo sobre el día de mi cumpleaños en Tokio: no es de interés general y no aporta nada pero, me vais permitir, ayer fue un día tremendamente especial que quiero compartir con vosotros.
Claro está que los cumpleaños siempre son especiales pero que te toque vivir una fecha tan señalada a casi 11.000 kilómetros de distancia de tu casa tiene sus particularidades. Para empezar supone que tu cumpleaños dure más que nunca, en mi caso, 31 horas. Cuando allí estabais merendando en Japón ya recibí las primeras felicitaciones y cuando aquí se acabó ‘mi día’ todavía quedaban 7 horas del 12 de junio en España y eso se notó ¡y de qué manera!
Ayer más que nunca el teléfono móvil fue mi aliado: recibí mensajes aprovechando todas las posibilidades (escrito, imagen y voz) y videollamadas. Al contrario que el resto de años, lo que menos sonó fue el tono de llamada; viviendo aquí, lógicamente, era inviable pero fue precisamente eso lo que hizo que ayer tuviera unas felicitaciones que guardaré en la memoria de mi móvil -hasta que dure- y para siempre en mi corazón. Os cuento… Si antes mis padres me felicitaban con un beso dándome los buenos días en Soria, o con una llamada a Madrid casi cuando estaba amaneciendo, este año he recibido un vídeo muy emotivo hablando los dos y cantando el cumpleaños feliz. Lo mismo de mi tía de Sevilla, un vídeo divertido de esos que ves cómo se coloca y escuchas todos los comentarios previos y posteriores al verdadero mensaje. Maravilloso. Mi hermana… si otros años me plantaba un regalo en la cama cuando todavía estaba remoloneando este año lo ha seguido haciendo pero a modo de video llamada vía Skype desde su trabajo y si antes mi abuela y mi familia desde Valderrodilla (Soria) me llamaban al teléfono fijo de casa, ayer me enviaron un whatsapp después de haber aprovechado el fin de semana para hacer un FaceTime y felicitarnos cara a cara (¿os imagináis a mi abuelita de 93 años mirando a la pantalla alucinada y lanzándome besos?). «¡Qué cosas…!», decía. Visión bien distinta, seguro, la de mis sobrinas que con 2 años y apenas 4 meses me cantaron el cumpleaños feliz mientras desayunaban. En unos años les enseñaré el video y este post.
¿Más? Sí, hay más, pero sin vídeos de por medio y con la lengua japonesa como protagonista. Ayer muchos se lanzaron y quisieron felicitarme en japonés, ¡fue divertidísimo! Hubo incluso quien copio una frase de internet demasiado rápido y me felicitó por mi boda en vez de por mi cumpleaños… Imaginaos las risas de los dos pero si fue gracioso leer lo que escribían y cómo lo escribían, ¿os imagináis a vuestros amigos mandando mensajes de voz y diciendo palabras sueltas en japonés relacionadas con el cumpleaños? Me encantó porque también fueron bastantes los que se decantaron por el ‘mensaje hablado’ y eso desencadena un cruce de ‘mensajes hablados’ que sustituye sin problema a las llamadas de antaño.
Y ahora mientras os escribo, recibo las felicitaciones de algún rezagado y entre párrafo y párrafo vuelvo a disfrutar de todo lo que me enviaron ayer y se me pone la piel de gallina. Quién me iba a decir que la vida me tenía preparadas estas emociones…
ÚLTIMA HORA. En España son las cinco de la mañana, aquí las doce y ¡acabo de recibir otro vídeo! Dos grandes amigos están celebrando mi cumpleaños -palabras textuales-. Él, DJ, me dedica una canción desde su cabina y ella en la pista, rodeada de gente, salta cuando se oye «Maite, muchas felicidades, ¡te queremos!». (GRACIAS)
Qué cosas, como dice mi abuela… Y yo añado, ¡que vivan las nuevas tecnologías!