Boda en Japón

El Templo Meiji es uno de los más visitados y conocidos de Tokio. Siempre que viene alguien es de los primeros sitios que recomendamos y si puede ser durante el fin de semana, mejor. ¿Por qué?
Porque te puedes encontrar con una boda sintoísta. Llegué en el momento justo, cuando el futuro matrimonio y sus invitados caminaban por el patio hasta el interior del templo donde se celebró la ceremonia. Lo que pasa dentro no os lo puedo contar porque no me dejaron ni asomarme. No fui la única que lo intentó; el número de invitados y el número de personas que miraban y fotografiaban el momento era similar algo a lo que ya están acostumbrados, por eso había unas cinco personas encargadas de “controlar” a los afanados turistas que disparaban fotos sin cesar (yo era una de ellas pero era para que lo vierais…).
Intenté ir por otro lado para observar y captar algún otro momento. No fue posible pero me topé con el coche nupcial. No tiene nada excepcional pero me encantó el cajón-escalón.
Cuando volví al patio otra sorpresa me estaba esperando. Una pareja de recién casados estaba fotografiándose.
El novio viste un kimono negro, sencillo. Llama más la atención el vestuario de ella: un kimono blanco con una capucha (en japonés wataboshi). La tela del kimono de la novia es tradición modificarla y utilizarla como la cubierta de un edredón.
Esta es una boda tradicional sintoísta (la segunda religión del país, después del budismo) pero en Japón cada vez más celebran bodas de estilo occidental aunque, sea como sea, lo importante es casarse. Aquí está mal visto seguir soltero a los 30 años. En las familias más tradicionales todavía hoy se producen muchas presiones. Conozco a una chica japonesa con 28 años que de momento no quiere casarse con su novio pero sus padres y los de él no dejan de insistir. «Que si es importante para mi futuro, para mi trabajo, que no puedo ser una soltera.. —me cuenta— ¿Para tu trabajo?—le pregunto — Sí, hasta que no esté casada no ascenderé de categoría». No sé si exageró. No tuve esa impresión y, de ser cierto, no me sorprende. En Japón lo primero es la apariencia; lo demás, es secundario.

¿Te gustaría comentar algo?