Bucear para encontrar restos de su esposa. Tsunami.

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Siempre lo hacemos. Qué estábamos haciendo, con quién, cómo nos enteramos… No apetece hablar de otra cosa ni tampoco leer sobre otro asunto. Siempre quedan preguntas sin contestar. También, cosas que solucionar.

El terremoto y tsunami que arrasó la costa noreste de Japón el 11 de marzo de 2011 nos encogió a todos el corazón. Cómo entraba el agua, con qué fuerza, contra todo y contra todos. Fallecieron 15.884 personas y todavía hoy hay 2.633 desaparecidos. Horroroso. Terrible perder a alguien, tremendo en esa circunstancia pero demoledor que siga tres años después desaparecido, que no se haya encontrado nada.

Hoy os quiero contar una historia, la de Yasuo Takamatsu, un japonés de 57 años que perdió a su esposa aquel día. Ahora está aprendiendo a bucear, quiere encontrar algún resto de Yuko, su mujer, para cumplir con sus últimas palabras. Ella le envió un correo electrónico desde su puesto de trabajo media hora después del terremoto. “¿Estás bien? Quiero irme a casa”, le ponía. Takamatsu es consciente de que las posibilidades son ínfimas pero con encontrar algo, cualquier cosa para llevar a casa dice que le vale. Su instructor de buceo, el que le enseña y acompaña, ha encontrado pertenencias y huesos en otras ocasiones. Quién sabe. Ojalá.

Son miles de historias trágicas, tristes, a las que hay que sumar el relato de las 50.000 personas que todavía hoy no han podido volver a sus casas cercanas a la central de Fukushima pero, hay un dato peor. Según el gobierno japonés 1.600 personas evacuadas de la zona han muerto por ansiedad, depresión o suicidio.

Tres años después tampoco hay buenas noticias respecto a la crisis nuclear que provocó el tsunami. Los japoneses están preocupados, mucho. Este fin de semana miles de personas se han manifestado en contra de la energía nuclear y ayer mismo el primer ministro de Japón confirmó que la intención del gobierno es reactivar las centrales que se apagaron por precaución en el 2011. Mientras, siguen las fugas y los problemas en Fukushima.

Hoy se ha guardado un minuto de silencio; en algunos puntos se ha escuchado el sonido de la sirenas que suenan aquí en caso de tsunami. Aparentemente Tokio ha funcionado con normalidad pero yo he apreciado menos gente en la calle, en los restaurantes a la hora de comer, en las cafeterías… Ha sido un día raro. Me ha impresionado estar en Japón y hablar con la gente que lo vivió en primera persona. Aquí pasó todo lo que yo vi por televisión. Ellos lo vivieron.

Por desgracia hoy también recuerdo lo que sufrimos en España hace 10 años. No me tocó verlo por televisión; yo estaba estudiando aquel año en Madrid.

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