Paso por aquí todas las mañanas (contando la de hoy, ya son 47 mañanas) pero no me percaté de este rinconcito ni el primer, ni el segundo, ni el tercer día. Tardé una semana en mirar.
Botellas con agua, recipientes de plástico y ¿seis fotos plastificadas de un gato blanco y negro colgando de la puerta?
Pues sí. Era el álbum de fotos de un gato, su bebida y su vajilla pero «¿dónde está? ¿es el inquilino de este rinconcito o es un gato al que le pasó algo y le recuerdan así?» —me preguntaba cada vez que pasaba por ahí… Hasta que un día le conocí. Era de noche, sobre las ocho y media de la tarde, y yo volvía del supermercado con un moño mal hecho, vestida con un chandal, las llaves de casa (provisional, ya sabéis) y la tarjeta de crédito en el bolsillo y, ahí estaba, bebiendo agua. ¡Maldición! ¡No tenía el móvil ni ningún aparato que me permitiera inmortalizar el momento! Me descubrió, le sonreí, puso cara de pocos amigos, le miré complaciente un ratito y, le dejé tranquilo.
Una vez en casa, fui directa a mirar mis apuntes de japonés. Sabía que había estudiado cómo se decía gato pero sólo me acordaba de perro. «¡Neko! ¡Es un neko!» Y así le bauticé: Neko.
Un día, el portero de mi edificio me vio haciendo fotos al «rincón de Neko» (porque ya pensaba en contaros esta historia, queridos lectores) y, con un inglés-japonés terrible, conseguimos mantener una conversación. Me dijo que Neko existe y que lo cuidan entre todos. Que los vecinos de la zona le traen agua y que, cuando le ponen comida, siempre aparece (¡qué listo es mi Neko!). Me dijo muchas más cosas pero…
Todos los días paso, intencionadamente, a ver si está. Quiero hacerle fotos y que le conozcáis pero de momento, nada. Eso sí, la casa no está vacía. He encontrado a otro gato pero es claramente un intruso, ¡no aparece en el álbum de fotos!
Ya han pasado dos semanas desde que nos conocimos y no hemos vuelto a encontrarnos. Estos días ha llovido en Tokio y puede que Neko esté resguardado en otro lugar.
¡Esperarme un minuto!
Ya estoy. He bajado a ver si, por casualidad, Neko estaba cenando. Pero no, no ha habido suerte.