Carta a Miguel Rodrigo, el ya ex entrenador español de la selección de futsal japonesa

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Querido Miguel,

no hace falta que te diga que la vida son etapas y más cuando te dedicas a dirigir; ningún jefe es eterno, ningún entrenador es para siempre. Tampoco hace falta que busquemos una explicación a tu reciente destitución: caer en cuartos de final de la Copa de Asia fue un fracaso para tu campeona selección y tú debías pagar por ello… pero no así.

Disculpa mi comparación pero la actuación de la Federación ha sido tan decepcionante como la de hasta hace bien poco tu selección (siento la rudeza). Posponer tu comparecencia de prensa para despedirte públicamente resultó agónico, pero celebrarla definitivamente el pasado viernes 11 de Marzo cuando en Japón se cumplían 5 años del terremoto y desastre de Fukushima fue lamentable. Una falta de respeto para ti pero también para todos los aficionados al futsal que, por cierto, han crecido de manera exponencial desde que tú te sentaste en el banquillo.

Entrenador Miguel Rodrigo en Shibuya con aficionados, TokioQuizá en la Federación les falle la memoria y no se acuerden de las dos Copas de Asia consecutivas (2012 y 2014) que los nipones ganaron bajo tu batuta. Creo que tampoco se acuerdan del papelón que hicisteis en el Mundial de Tailandia de 2012 alcanzando los octavos de final por primera vez en la historia o de cuando tu familia se volvió a España tras el terremoto y tú aceptaste su petición de permanecer en Japón junto a la selección pese a la terrible situación que se estaba viviendo. Por suerte, la pérdida de memoria no es generalizada. Bastó pisar Shibuya a tu lado a las dos de la mañana el pasado sábado para ver cómo ciudadanos japoneses anónimos se acercaban para darte las gracias por todo lo que has aportado al futsal japonés y desearte suerte en tu nueva etapa.

Con mi escrito no reclamo una salida por todo lo alto ni un monumento en Tokio pero algo más de consideración sí. En cualquier caso, te llevas dos medallas, una experiencia increíble y mucha admiración. La pena es que también te llevas tres personitas y que os echaremos mucho de menos… Porque tu granadina es mucha granadina.

Un placer míster, ¡y mucha suerte!

Con todo el cariño del mundo,

Maite.

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