¿Quién no confunde a un chino con un japonés? Siempre que estoy en España escucho los mismos comentarios pero lo cierto es que China y Japón suman más diferencias que similitudes. Tuve la suerte de visitar China hace tres años y se me vienen varias cosas a la cabeza pero hoy tenemos en Japón y yo a una persona que nos puede dar respuestas más interesantes.
Os presento a Sara Romero. Cuando la conoces, te das cuenta de que Sara es de esas periodistas de raza que no podrían haberse dedicado a otra cosa. Vive en Pekín desde 2013 con su marido, que es operador de cámara, y juntos cubren todo lo que ocurre a este lado del mundo para Antena 3. Estuvieron unos días en Tokio y hemos aprovechado, finalizado su viaje, para hacerle una entrevista. Hoy Sara -me encanta decir esto- tú eres la entrevistada.
¿Qué tal en Pekín?
En Pekín estoy, en general, muy contenta. El balance de la experiencia personal y profesional es muy positivo aunque también he de decir que es completamente diferente a lo que me había imaginado. Cuando me hablaban de la contaminación, por ejemplo, no me imaginaba que hacía desaparecer edificios gigantescos. O cuando me comentaban el control del gobierno chino sobre todo lo que acontece a nuestro alrededor, no podía imaginarme que Internet prácticamente deja de funcionar en “fechas sensibles”, etc. Pero pese a esas dificultades que responden a las particularidades de este país, lo cierto es que sigo con la misma ilusión que el primer día que llegué.
¿Por qué viniste a Japón? ¿Qué hiciste?
Japón siempre estaba entre mis lugares imprescindibles para visitar. Aprovechando que tenemos dos buenos amigos allí, decidimos dejarnos llevar por todo lo que hemos ido leyendo en tu blog. Grabamos dos reportajes, uno sobre centrales nucleares y otro sobre el atún rojo español pero también pudimos visitar los lugares más emblemáticos de Tokio. Por cierto, es una ciudad increíble.
¿Cuál fue tu primera impresión?
La primera impresión la recogí desde la ventanilla del avión. Justo antes de aterrizar aluciné con la inmensidad de una ciudad que se ha desarrollado en vertical por su falta de espacio. Impresiona muchísimo ver la altura de esos edificios. Después, a pie de calle, me pareció una ciudad impecable. Limpia, sin contaminación, extremadamente ordenada y con un ritmo frenético. Esto último es por la actitud de los japoneses, claro está.

¿Cómo son los japoneses?
Yo estuve cinco días y la impresión que me llevé es que son educados hasta decir basta, pero literalmente. A veces te dan ganas de, en un acto de rebeldía, romper toda esa marcialidad que siguen a rajatabla. Pero se agradece mucho, sobre todo viniendo desde Pekín como es mi caso. No usan el móvil en el metro y no lo uses porque te mirarán para recriminarte de forma silenciosa; no hablan en los ascensores, no tocan el timbre cuando van en bici y esperan pacientemente si un peatón interrumpe su camino, son limpísimos y muy cívicos. Visten muy bien, con mucho estilo. Una maravilla en ese sentido. Por otro lado, también me di cuenta de que son terriblemente exigentes con sí mismos y con los demás y eso a veces puede resultar agotador. Pero en general, me fui de allí encantada con los japoneses.
¿Y los chinos? ¿Cómo son?
Los chinos son muy particulares y nunca dejan de sorprenderte con sus conductas impredecibles. Yo me río mucho con ellos, con, no de. Son trabajadores pero van a su ritmo (similar al caribeño); son bastante ruidosos y ven normal tirar papeles y envoltorios al suelo, escupir…

¿Hay muchas diferencias entre los chinos y los japoneses?
Se podría decir que chinos y japoneses sólo tienen en común los ojos rasgados, nada más. Son la antítesis. Aunque hay tradiciones que son muy similares, en el día a día no tienen nada que ver unos con otros. De hecho, fue gracioso que antes de pisar Tokyo, nada más aterrizar pero cuando el avión todavía va desplazándose por la pista, mi marido y yo dijimos: “ahora veremos quién es chino y quién japonés”. Los chinos, empezaron a levantarse, a recoger sus equipajes de mano abriendo los compartimentos sin ningún cuidado (ruido), a encender los móviles e incluso hacer llamadas pese a que las azafatas habían dicho eso de no enceder dispositivos electrónicos hasta que le avión se detenga. Los japoneses, por el contrario, no se soltaron ni el cinturón de seguridad, esperaron pacientemente a que el avión se detuviera y a que el pasillo lleno de chinos con sus maletas se despejara un poco.
Permíteme preguntarte, ¿quiénes son más guapos?
Más guapos, francamente no lo sé. Sí que es cierto que los japoneses tienen muchísimo gusto y estilo a la hora de vestir. Los chinos van poco a poco aprendiendo a vestirse pero están a años luz de japoneses y coreanos.
¿Y más amables?
Más amables, los japoneses. Al menos en el trato directo, en esa primera impresión que te llevas cuando vas a un restaurante, por ejemplo. Son muy atentos en general. En China en cambio, depende de con quién te encuentres. Hay chinos muy amables pero otros que ni te miran si les preguntas cómo llegar a algún lugar, etc. Pero a su favor diré que los chinos son muy serviciales y que a mí me han llegado a acompañar al lugar que buscaba porque yo no entendía las indicaciones en chino.
¿Quién habla más inglés?
Me pareció que hablan más inglés los japoneses que los chinos, aunque es cierto no es algo que abunde en ninguno de los dos países. Si comparamos Tokyo con Pekín, hablan más inglés en Tokyo. Pero en cambio, si lo comparamos con Shanghai, está más igualado.
De los rincones que has conocido, ¿a cuál volverías?
Me gustó muchísimo pasear en bici por las grandes avenidas llenas de tiendas, con mucho trasiego de gente, etc. También la zona que rodea al palacio imperial. Pero lo que más me gustó, y que volveré sin duda, es el mercado de Tsukiji y las callejuelas contiguas en los que el sushi está delicioso.

¿Qué te llevarías de Japón a China?
Me llevaría pescado de calidad, que en Pekín lo echamos mucho de menos.
¿Volverás?
¡Por supuesto! No veo el momento porque además me quedan muchos lugares fantásticos por conocer, según voy leyendo en tu blog.
Ha sido un placer. Gracias Sara y Dani por ser hoy los protagonistas en Japón y yo.