Hoy pasamos de Tokio y nos vamos de excursión. Viajamos en tren ¿vale? con destino a Nara, antigua capital nipona. ¿Qué nos encontramos? Templos maravillosos -algunos, Patrimonio de la Humanidad– ,un paraje natural increíble y decenas, cientos, miles de ciervos libres; ciervos que campan a sus anchas y que se han convertido en el símbolo de la ciudad.
Son los ciervos Sika. Calculan que hay unos 1.200. Duermen en la montaña y cada mañana bajan a Nara a pasear y a disfrutar de la compañía humana, claro que, hay que tener cuidado con ellos… (fijaos en los dibujos del cartel)
… sobre todo si llevas algo en la mano aunque reconozco que es divertido ver cómo un ciervo le quita el periódico a un señor o cómo una turista es acorralada.
Nuestra protagonista de la imagen superior compró unas galletas “especiales para ciervos”. Las venden en cada esquina para que puedas, si quieres, darles de comer (porque está prohibido ofrecerles otra cosa) y disfrutar de esa experiencia. ¿Qué ocurre? Pues que ellos van detrás de ti hasta dejarte sin nada y puede resultar algo angustioso… al principio, después, te acostumbras y te diviertes con ellos.
Yo, en esta ocasión, no compré nada para darles pero creo que este me reconoció y quiso saludarme años después.
Como ya os comenté, hace 5 años estuve en Japón. Ya entonces visité este paraíso para los ciervos que me encantó pero, debéis saber que aquí, en Nara, hay algo más, algo muy grande que os contaré… en el próximo post.