Es evidente: cuanto más te ofrece una ciudad, mayor será el nivel de satisfacción con el que te marchas pero si su cocina no acaba ganándose tu paladar, tenemos un problema. Puedes pasear por pueblos y ciudades maravillosos con paisajes increíbles y museos únicos pero si el restaurante elegido o, mejor dicho, la gastronomía local no es de tu agrado, la nota media del viaje disminuye, ¿no creéis?
No es el caso de Seúl. Como os conté hace unas semanas, la arquitectura, transporte, el ambiente y su gente son increíbles. Si a eso le sumas unos platos riquísimos, acabas despidiéndote de la capital de Corea del Sur con ganas de vivir allí. En Tokio hay cientos de restaurantes coreanos, ¡y me encantan! Por eso tenía muy claro qué era lo primero que iba a comer en cuanto aterrizara: bibimbap.
El bibimbap (que significa “arroz mezclado”) es un bol de arroz con numerosos vegetales que pueden ir acompañados, además, de queso, huevo, carne… Hay varios tipos. Una vez que te lo sirven, debes remover todos los ingredientes y si quieres, añadir un poco de picante. Por cierto, no sé si lo sabéis pero la comida coreana es muy picante, ¡hay que tener cuidado! Sobre el bibimbap, como habéis podido leer, no es un plato excepcional, ni súper elaborado, pero es una mezcla que me encanta y que si tenéis la oportunidad, recomiendo que probéis.
Otro de los clásicos son las barbacoas coreanas. Hay muchísimos restaurantes dedicados únicamente a ello. Todas las mesas cuentan con una parrilla central y no deja de ser curioso un local repleto de pequeños fuegos donde el comensal cocina a su gusto carne, pescado, verduras…
Como en todo, el resultado dependerá de la calidad de los productos pero también lo hace especial el hecho de que te coloquen numerosos pequeños recipientes con salsas de todo tipo.
Adrmás, a modo de entrante y gratuitos, te suelen sorprender con otro recital de platitos, no sólo en las barbacoas si no en general.
Otra de las cosas que encontré en los restaurantes coreanos fue esta especie de pizza vegetal que estaba muy buena. Tiene un nombre especial ¡y lo he olvidado! ¿Alguien me ayuda?
Y por último, ¡las salchipapas! Me crucé con numerosos puestos callejeros que las ofrecían, vi cómo las personas encargadas pelaban las patatas allí mi