De Tokio… ¡a Melbourne! (primera parada)

Vivir al otro lado del mundo hace que tus destinos vacacionales cambien: en lugar de escaparte a París un fin de semana, te plantas en Seúl en menos de tres horas. Lógicamente hay que aprovechar esta situación pero el motivo de mi último viaje va más allá.

Ya os adelanté hace unas semanas que uno de mis destinos era un país que todos tenemos en la lista de deseos. El título del post me delata: Australia. Tenemos una visión muy positiva del país; todo lo que nos llegan son imágenes de playas, canguros, koalas, su grandiosa bienvenida cada Nuevo Año… A priori es un destino muy amable pero mi avión dirección Sidney tenía una motivación mayor: reencontrarme con mi familia.

Mi querida hermana está disfrutando de un año en Sidney. Decidió hacer una parada en su carrera profesional para vivir una experiencia inigualable. Tenía muchas ganas de estar con ella, de pasear a su lado, de compartir unos días de su vida en Australia pero… no íbamos a estar solas. Mis padres, desde España, también aterrizaron en Sidney. Ya estábamos todos juntos de nuevo -la última vez fue en Navidad-. ¿Os imagináis ese momento? Si reencontrarte es especial, hacerlo allí fue… Había pensando en ese momento muchas veces y minutos antes de recoger mi maleta ya estaba llorando de emoción. Tenía los sentimientos a flor de piel. Me sentía muy afortunada por estar viviendo eso. Recogí mi maleta y allí estaban los tres esperándome. Qué decir… Sin palabras, no podía ser más feliz. Y ¿qué hicimos? No salimos del aeropuerto, cogimos otro avión y nos plantamos en Melbourne.

¡Qué pasada de ciudad! No tenía ni idea; había leído y me había preparado para Sidney pero ¿y Melbourne? Me alucinó el estilo de vida, la actividad cultural, el tranvía gratuito por el centro de la ciudad, el Victoria Market, los espacios verdes, las zonas de deporte, la gente, el ritmo de esa gente… Y no fui la única.

Ana García Almazán paseando por MelbourneMi hermana pisaba Melbourne por primera vez y me dijo: «mucha gente está enamorada de esta ciudad y ¡no me extraña!» Lo que hace que sea muy típica la pregunta «¿qué prefieres? ¿Sidney o Melbourne?» (ocurre algo parecido en España, ¿Madrid o Barcelona?). Puede parecer que soy una exagerada pero según The Economist Intelligence UnitMelbourne es una de las tres mejores ciudades para vivir en el mundo.

St Kilda, Melbourne

Melbourne está en la costa suroeste y cuenta con varias playas importantes. Una de ellas es St Kilda. Mi hermana nos montó en un tren que nos llevó hasta allí al atardecer, cosa que no entendíamos muy bien porque no íbamos a poder disfrutar del paisaje pero, todo tenía una explicación. Justo a esa hora podríamos observar cómo «alguien» volvía a casa.

Pingüinos en St Kilda, Melbourne, Australia Qué momento tan especial. Vimos llegar a dos parejas de pingüinos que volvían a tierra después de estar todo el día en el agua. Eran pingüinos salvajes que en un rinconcito de rocas nos dejaron disfrutar unos minutos de ellos. Nos gustó mucho pero Australia y sus animales todavía nos tenían más sorpresas preparadas… ¿Dónde? En los casi 250 km que recorren la «Great Ocean Road» entre las ciudades de Torquay y Warrnambool. Alquilamos un coche y ¡carretera y manta!

La ruta es alucinante: paisajes de postal, tramos de carretera bordeando playas desiertas, una vegetación increíble y lugares muy especiales que hasta hace no mucho, ocupaban tribus aborígenes.

Faro de Aireys Inlet, Great Ocean Road

Great Otway National Park to Cape Otway

Hicimos numerosas paradas que ya teníamos más o menos organizadas pero hubo una que nos dejo boquiabiertos. En una zona llena de curvas y valles interminables, giramos y de repente nos encontramos con esto.

Canguros en la Great Ocean Road

¡Por favor! ¿Habéis visto cuántos canguros? ¡Qué maravilla! Se me había olvidado lo que era ver este tipo de animales en libertad ¡Era su paraíso! Pues bien. Pingüinos, canguros y… sí, ¡koalas! Continuábamos la ruta cuando de repente nos encontramos con un coche parado en medio del camino y tres personas mirando hacia un lado cámara en mano.

Koala en la Grat Ocean RoadEsta foto la hice con el móvil y todavía me cuesta creer que vi eso con mis propios ojos. Los koalas duermen una media de 22 horas al día y es muy difícil «pillarles en acción» pero este nos regaló todo un recital. Saltó a otras ramas, comió, volvió a cambiarse de rama… Decir que fue increíble se queda corto.

Un inciso: sé que estoy demasiado emocionada escribiendo este post pero han sido días tan especiales ¡que estoy tecleando enloquecida!

Bien. Seguimos porque aunque no veríamos más animales, nos esperaba el premio gordo de la Great Ocean Road: Los Doce Apóstoles, un agrupamiento de agujas de piedra caliza que sobresalen del mar.

Maite Garcia Almazan en los Doce Apóstoles

¿Qué os parece? Desde esta perspectiva os podéis hacer una idea pero creo si os enseño las imágenes que tomé desde un helicóptero puede mejorar ¿verdad?

Sobrevolando "Los Doce Apóstoles"Qué decir… Si el viaje ya era de película, montarme en un helicóptero con mis padres y mi hermana en esa parte del mundo y disfrutar de tanta belleza desde arriba… ¡Brutal!

Muy cerca de Los Doce Apóstoles se encuentra el London Arch, un nombre que recibe esta formación rocosa (imagen inferior) desde hace relativamente poco tiempo. Antes era conocida como el London Bridge  por su similitud con el Puente de Londres pero en en 1990 se derrumbó una parte y pasó de ser un puente a un arco.

London Bridge / London Arch en la Great Ocean RoadEsta fue la última foto que tomé en la Great Ocean Road. Me encanta. Y sí, el viaje continuó pero por hoy lo vamos a dejar aquí. La próxima parada… ¡el miércoles que viene!

¡Ah! Se me olvidaba… A ti que estás leyendo, que has llegado hasta aquí, GRACIAS.

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