Durmiendo en el suelo. Durmiendo en un ryokan.

Cuando empecé a buscar piso en Japón (hasta ahora, mi única odisea nipona) lo primero que me preguntaron fue que si quería un piso con tatami. Por un momento se me fue la cabeza y pensé que sería una gran experiencia; minutos después descarté mi desvarío. Vale que una quiera devorar esta vivencia al máximo pero tampoco hay que forzar. Sabía, además, que en cualquier escapada podría dormir en una casa tradicional japonesa, que en vez de hospedarme en un hotel , me hospedaría en un ryokan.

Un ryokan es una especie de posada japonesa con habitaciones de tatami y, a veces, onsen en su interior (baños compartidos termales a los que hay que entrar desnudo). En la foto superior podéis ver lo que me encontré al entrar en mi habitación en una escapada que hice hace poquito. Las sillas sin patas me parecieron una preciosidad y me llamó la atención la facilidad con la que se deslizaban por el tatami.

Lo primero que te preguntas es dónde vas a dormir porque entre las sillas con patas, la mesa central y las sillas sin patas no queda mucho espacio; también sobre qué ibas a dormir… Me dijeron que no me preocupara, que disfrutara de un baño en el onsen y que después bajara a cenar. Me puse el quimono que te dan en la habitación, los calcetines con sitio para dos dedos por un lado y para tres por otro y, con esa cestita maravillosa que véis en la imagen, me fui a los baños comunitarios, disfruté unos 20 minutos de una poza al aire libre con agua natural caliente y, de nuevo con mi cesta y mi quimono, bajé a cenar.

¡Qué cena! Ya me habían dicho que era especial y que en los ryokan, normalmente, la comida es deliciosa pero no me imaginaba que fuera para tanto. Un diez.

Y cuando volví a la habitación, ¡sorpresa! Ni rastro de mis sillas favoritas ni de la mesa central. El futón me esperaba para dormir plácidamente como una japonesa más.

En las casas japonesas, cuando se levantan, recogen el futón y utilizan esa misma sala como comedor. Es una manera de aprovechar el poco espacio que normalmente hay aquí. Si me dieran a elegir, obviamente, preferiría no dormir donde desayuno, como y ceno. Ahora bien, entre cama o futón… ¡No lo sé!

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