Durmiendo en la casa de una familia vietnamita

Os escribo con la lavadora de fondo. Hoy mismo he vuelto de la escapada asiática que os comenté al final del post de la semana pasada. Vietnam fue el destino. Seis días por delante para descubrir todos los rincones posibles de la parte norte.

La capital me sorprendió tanto que pienso volver. Hanoi es vida, en energía, es caos, mucho caos pero un caos que te acaba enganchando tanto que se ha situado en el top diez de mis ciudades favoritas. La bahía de Ha Long, un paraíso natural hermoso pero no, no me quiero detener aquí. Lo mejor de este viaje han sido ellos: Dzung y su familia.

Dzung y su familia en Ninh Binh, Vietnam

Nos alojamos en su casa a las afueras de Ninh Binh, un pequeño pueblo a dos horas de Hanoi. Una aldea con no más de cinco calles, sin hoteles ni tiendas ni televisiones pero con mucho calor, cariño, gente con ganas de hablar, de mirarte, de enseñarte y de ofrecerte lo que tienen.

Tan sólo estuvimos una noche. Después de un largo viaje, cenamos con ellos, todo comida vietnamita cocinada por la mujer de Dzung. Rollitos, arroz y noodles con verdura de su huerto.

Cena con una familia vietnamita¡Qué sabor! ¡Qué buenos estaban los rollitos! Los mejores que probamos (y eso que comimos casi todos los días en otros sitios. Muy buenos pero no como estos). Después de brindar con vino de arroz vietnamita, nos fuimos a dormir.

Dthung sirviendo vino de arroz en Ninh Binh, Vietnam

La habitación era fabulosa, muy grande, muy limpia y con estas vistas. El desayuno, a la altura de la cena: zumo natural, café vietnamita con leche condensada y una tortita enorme con plátano deliciosa.

Búfalos desde mi ventana

La zona es preciosa: montañas, campos de arroz, templos… Aunque imagino que os preguntaréis qué nos llevó hasta allí. Pues bien, queríamos descubrir Tam Coc: un paraje natural con paisajes alucinantes y muchas cuevas que puedes atravesar paseando en barca… ¿Os apetece verlo en video?

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