La jornada turística que os contaba la semana pasada, con el jardín de bambú como protagonista, no acabó ahí. Kamakura tiene muchos rincones por explorar y lugares con la etiqueta colgada de “visita obligada” pero sin duda es el Gran Buda al aire libre es el que acapara toda la atención.
Claro que el de Kamakura no es el primer buda que os encontráis en Japón y yo, ¿os acordáis del Buda de 16 metros? Este no es tan alto. Sin contar la base alcanza los 11,3 metros de altura y pesa 121 toneladas pero, al estar al aire libre, rodeado de naturaleza, se aprecia mucho mejor su grandeza aunque, debéis saber, que no siempre ha estado a la intemperie. En el siglo XV un tsunami se llevó por delante el templo que lo albergaba. (Kamakura es ciudad costera).
La estatua es de bronce y hueca por lo que si quieres, y pagas 20 yenes- 15 céntimos de euro – (por cierto, la entrada cuesta 200 yenes, 1,46 euros) -, puedes meterte en el buda y caminar por dentro. No es nada del otro mundo pero los niños que entraron estaban complemente alucinados y oye, que colarte en la cabeza de un buda no es algo que puedas hacer todos los días… ¡Que levante la mano quien haya estado dentro alguna vez! ;p
Me gustó el ambiente, la cantidad de gente diferente que rodeábamos al buda incluso el camino que recorres hasta llegar a él pero, ¿sabéis con qué me quedo? Con lo que significa ese color verde ennegrecido. Historia, paso del tiempo y vida, mucha vida.