Este mes de enero me ha parecido distinto al de otros años. Influye, por un lado, que no fui a España en Navidad pero además, no ha hecho el frío que recordaba y me cuesta creer que ya estemos casi despidiendo el primer mes de 2017. Aunque oigan, ha sido fantástico pasear sin tres capas y con sol casi todos los días. Y precisamente en uno de mis paseos matutinos con bebé y Carlota me encontré con esto…
Lugar especial para dejar los pedidos
¿Os acordáis que, hace unas semanas, os hablaba de unos habitáculos que hay en mi edificio para que los repartidores dejen los paquetes en caso de no estar en casa? (Si no, aquí lo podéis ver)
Pues fijáos en esta casa, tiene lo mismo, ¡pero individualizado! Se puede ver el dibujo del repartidor y los botones para abrir y cerrar con seguridad este buzón grande.
No sé cómo es en España ahora, pero aquí las empresas de mensajería funcionan a destajo. Puedo verlos todos los días, de lunes a lunes, con sus furgonetas y decenas de paquetes por entregar. Las compras online se disparan y no sólo para adquirir un aparato electrónico o ropa. Para que os hagáis una idea, me cuesta lo mismo que me traigan cajas de seis de litro y medio de agua que ir al supermercado. Sin ir más lejos esta mañana me han traído tres paquetes grandes de pañales.
Silla japonesa, ¿con o sin patas? Ilusiones ópticas
Os conté casi todo de mi escapada nipona el primer fin de semana del año a un ryokan pero me guardé algo… ¡Y es el momento de desvelarlo!
Como sabéis, en las casas tradicionales japonesas la vida se hace sobre el tatami y todo está adaptado a este tipo de superficie. Si me preguntáis cuál es mi elemento favorito, os diré que son las sillas.
Esta instantánea está tomada desde arriba. ¿Qué os parece? Da la sensación de ser una silla normal, aunque el reposabrazos esté apartado del cuerpo de la silla, bien podría tener patas…
Pero no. Ahora podéis verlo claramente. Curioso, ¿verdad? Por cierto, os comentaba que eran mi elemento