Como ya os adelanté en el anterior post, Japón vive estas semanas una de sus épocas más especiales. El cerezo florece y los japoneses se lanzan a los parques a comer y a pasar el día, lo que ellos llaman hanami.
Ayer, a las doce de la mañana, el Parque de Yoyogui -uno de los más grandes de Tokio- estaba inundado de gente con su comida preparada, sus bebidas y su plástico azul extendido, marcando parcela. Curioso que también en este tipo de eventos al aire libre se quiten los zapatos.
Y ¿qué había por allí, además de muchos japoneses? Pues en un córner, muy bien situado, un grupo de españoles, de unas 40 personas, que por cuarto año consecutivo celebraron el “Hanamón”. Un término made in Spain que no es otra cosa que disfrutar del hanami pero con jamón, pan con tomate y aceite de oliva.
Una idea fantástica organizada por Chiqui, un albaceteño que tenemos por aquí (ya os hablé de él porque ganó el Primer torneo de Padel de la historia de Japón). Os podéis imaginar el ambiente tan chulo que vivimos. Además, este tipo de reuniones al aire libre -y con alcohol de por medio, todo hay que decirlo- hace que la comunicación entre desconocidos aumente. Para algunos japoneses que se acercaron, el de ayer fue el primer trozo de jamón de su vida. Claro, si después les das un poquito de vino en bota… ¿Cómo no les vamos a gustar los españoles?
Y, como en todas partes del mundo, en este tipo de eventos siempre encuentras personas/personajes. Me encantó la pareja disfrazada de Wally, no entendí muy bien al chico con dos latas pegadas a la cabeza pero quien me cautivó fue este señor japonés con un sombrero de copa al que todos llamábamos Dalí y que pasó un buen rato con nosotros.
Este ha sido mi primer hanami y mi primer “hanamón”. El año que viene, ¿repetimos?