(qué cosas, en 2019 regresé a Tokio)
Han pasado casi cuatro años desde que escribí las primeras líneas de Japón y yo recién llegada a Tokio. Por aquel entonces nos veníamos para dos años aunque según avanzaban los meses éramos conscientes de que sería más tiempo y, ya veis, no nos equivocamos. “¿Cuándo volvéis?”, nos han preguntado miles de veces obteniendo una réplica complicada porque, sinceramente, no lo sabíamos. Si del trabajo dependiera, podríamos estar aquí eternamente, por eso nuestra respuesta siempre apuntaba al interior, a nuestro interior. Teníamos que sentir que nuestra etapa finalizaba, que lo novedoso iba perdiendo terreno en el día a día, que nos apetecía regresar a España y ese momento ha llegado.
(No os imagináis la de veces que he pensado en este post en las últimas semanas, cómo empezar, qué recordar, a quién nombrar… Qué difícil… Allá voy…)
TOKIO me lo ha dado absolutamente TODO. Vine con el objetivo principal de morir de felicidad junto a la persona que me trajo hasta aquí y así ha sido. Me propuse aprender japonés hasta el último día y así ha sido. Me dieron la oportunidad de cubrir para Informativos Telecinco todo lo que aquí acontece y así ha sido. Necesitaba conocerme, dejarme conocer y darme tiempo para conocer gente maravillosa y así ha sido. Deseaba viajar sin parar y así ha sido. Me apetecía degustar todos los platos posibles y así ha sido. Necesitaba leer sin prisa y así ha sido. Quería sentir, cuando llegara el momento de hacer las maletas, que no he desperdiciado ni un segundo de este capricho de la vida y así es.
(Estoy muy emocionada, no puedo parar de leer el párrafo anterior… Sigo…)
En TOKIO he tenido TODO lo que cualquiera hubiera necesitado para ser feliz, para no sufrir por lo que se está perdiendo en su país de origen, para soportar la distancia que le separa de los suyos, para vivir con energía, con ganas, con fuerza, mucha fuerza. Y ese todo, queridos lectores, se traduce en PERSONAS: en él -gracias a quien he vivido esta experiencia-, en mis padres y mi hermana -que no han faltado ni un día a nuestro “buenos días” grupal vía Whatsapp – y en mi querida tomodachi –amiga en japonés-. Detallo esto porque quiero que lo lean y porque me encantaría buscar este post dentro de veinte años y sentir lo que estoy sintiendo en este momento por ellos. No me quiero olvidar de Carlota –mi pequeña perrita que vino desde España a hacerme más feliz todavía- y es imposible no nombrar a M, un bebé maravilloso que es mi vida, que nos ha vuelto locos a todos, que nació hace cinco meses en Tokio y que es el regalo más increíble que me llevo de aquí.
A vosotros, queridos lectores, eternamente agradecida por vuestro tiempo, vuestro seguimiento, vuestras palabras, vuestro calor. Much@s estáis paseando por aquí desde el principio y espero que os llegue la sonrisa que tengo ahora al imag