Ya sabéis que quiero sacar el máximo partido a mi situación geográfica para visitar todos los rincones asiáticos que pueda así que, aprovechando una oferta y con una semana de antelación, me planté en Honk Kong. Rascacielos, comida deliciosa, un régimen especial… No sabía casi nada pero todo el mundo me recomendaba una visita. Y, no me defraudó.
Llegar a una ciudad nueva y subir a uno de los puntos más altos el primer día se está convirtiendo casi en una obligación. Me encanta tener una imagen lo más globar posible y abarcar, aunque sea sólo con la mirada, las dimensiones de la ciudad. Para ello, Hong Kong tiene un punto maravilloso al que accedes en un viejo funicular con una inclinación de 45º: The Peak Tram
Increíble ¿verdad? La ciudad gira en torno a sus innumerables rascacielos, todos tan increíbles que es muy complicado destacar uno en concreto. Precisamente jugando con las luces de estos gigantes, todos los días, a las 20 h, se puede asistir a un espectáculo gratuito de 13 minutos con música incluida desde el paseo marítimo (justo al otro lado de The Peak Tram).
En esta foto no se aprecia bien (mucho mejor habría sido un video, lo sé) pero quería que os hicierais una pequeña idea del considerado ”Espectáculo permanente de luz y sonido más grande del mundo” por el Guinness World Records.
No sé si os lo había dicho alguna vez pero soy una enamorada de los tranvías. No me importa que circulen más lentos que el metro, puedes ver lo que ocurre ahí arriba y, de los tranvías que he conocido hasta ahora, con permiso del de San Francisco, el de Hong Kong se sitúa en el top ten.
Primero por su diseño, tan estrecho, de dos pisos, y segundo, porque tiene líneas muy extensas y puedes llegar con él a muchos rincones de la ciudad.
Como en toda gran ciudad hay barrios de todo tipo, mercadillos, tiendas, tiendas y más tiendas (que, he de decir que se te quitan las ganas de comprar algo porque hay tantas cosas que acabas mareada) pero me gustó, por ejemplo, encontrarme, en le centro de Honk Kong, a estos señores pasando la tarde jugando jugando en un banco.
También, la cantidad de gente que estaba cantando en la calle. Este Wally me tuvo enganchada más de media hora.
La gran diferencia que encontré con Tokio es, como siempre, la limpieza. En cuanto salgo de esta burbuja todo me parece sucio y Hong Kong no fue una excepción. Sin embargo, a su favor, destaco esa cercanía que a veces echo de menos en Tokio. Sentir a la gente más cercana que, sé que lo son pero les cuesta muchísimo.
¡Ay! Casi se me olvida ¿Sabéis que es lo primero que me comentó mi padre cuando le dije que me iba a Hong «¡A ver si te encuentras con Jackie Chan!» Y bueno, me hubiese encantado mandarle un vídeo con un saludo de Jackie pero esto es todo lo que pude conseguir…
Como os he comentado en otras ocasiones, no pretendo ser una guía de viaje ni nada similar… 🙂 Tan sólo compartir con todos vosotros mi vida nipona (¡incluyendo esta última típica foto de turista!)
Queridos lectores, ¡un abrazo enorme!