El año pasado vinieron mis padres y mi hermana a “conocer mi mundo” y una de mis profesoras se interesó por los lugares que íbamos a visitar. Cuando acabé de enumerar los principales destinos, me preguntó sorprendida «¿No vais a ir a Disneyland?». Lógicamente, ni se me había pasado por la cabeza -ni lo hicimos-. Meses después volvió a salir el tema en una conversación con japoneses presentes que habían ido a lo largo de su vida una veintena de veces. Entonces entendí porqué mi profesora me preguntó eso.
Precisamente fui hace poco con una amiga japonesa, entre otros, a pasar un día a Tokyo Disneyland. No es que me apasionara especialmente pero fue una manera distinta de pasar un domingo e hice bien. Tokyo Disneyland es maravillosamente surrealista. ¿Por qué? Por los japoneses, no por nada más. Las atracciones son parecidas a las que te puedes encontrar en el de Paris, el concepto es el mismo pero en el de Tokio ocurren cosas únicas. Para empezar, ¡más del 60 % de la gente iba disfrazada!
Me han comentado que durante el mes de Octubre es habitual, en Disneyland Tokyo, que las personas acudan disfrazadas porque se acerca Halloween. Vale. Lo entiendo y me parece divertido pero es que iban tan bien caracterizados que me quedé alucinada e hizo que la jornada fuera algo inesperado, es decir que, lejos de las atracciones, espectáculos y todo lo que ofrece un lugar así, la magia estaba en ellos, en los japoneses. Por ejemplo, ibas al baño y te ponías a la cola detrás de Blancanieves.
Buscabas mesa para comer algo y te encontrabas a algunas princesas Disney rendidas, algo desmejoradas, echándose la siesta.
Mirabas en otra dirección y volvías a encontrarte a Blancanieves, acompañada en esta ocasión por un mosquetero y otros personajes con sus bebidas listas para tomar.
Con este ambiente, y siendo japoneses, no soy capaz de calcular las miles de fotos que se pudieron hacer allí ese día. Además, no hace falta buscar a la «Bella Durmiente» oficial de Disney y esperar tu turno porque te encuentras con tantas que puedes pasar el día fotografiándote con tus personajes favoritos. De hecho había una zona, frente al castillo, repleta de usuarios vestidos de calle haciendo fotos a usuarios disfrazados (aunque en alguna ocasión la foto la merecieran también los fotógrafos).
Lógicamente, y encantada, me dejé llevar por el ambiente y no me resistí a inmortalizar ese momento rodeada de princesas Disney.
Bien. Otra de las cosas que me llamaron poderosamente la atención, además de los numerosos japoneses disfrazados, fueron las «palomiteras»: una especie de cantimplora para palomitas que todo el mundo llevaba.
Vi a gente comer palomitas mañana, tarde y noche, rellenando su artilugio con los diferentes tipos de palomitas que ofrece Disneyland, plagado de puestos y con una tarifa especial para quien rellenara su «palomitera»
Y… creo que por hoy es suficiente pero queda un tercer detalle que aumenta el surrealismo de mi jornada en Disneyland Tokyo y que desarrollaré el próximo miércoles. ¿Una pista? Los japoneses van acompañados de un ser inanimado.