Antes de venir a España quedé con Anna, una amiga japonesa de la que ya os he hablado en alguna ocasión (practicamos español y japonés una vez a la semana). Gracias a ella aprendo muchas cosas de Japón, de los japoneses, de sus costumbres… ¡Un lujo! Dimos un paseo, me acompañó a hacer unas fotos de carnet y al despedirnos me dijo que tenía algo para mi.
Me dio este sobre con un lazo de hilo hecho a mano.
En el momento no lo abrí -nos pusimos a hablar- y, la verdad, no tenía ni idea de lo que podía haber dentro. Además en Japón cuando alguien te hace un regalo no se abre delante de la persona así que lo metí en el bolso y esperé a llegar a casa.
¿Qué había en su interior? Aquí lo tenéis: una postal con la Torre de Tokio como protagonista. Sí, es una réplica de la Torre Eiffel pero tiene sus particularidades (y antes de que acabe el año prometo un post). ¿Y en el reverso? ¿Qué había al otro lado?
¡Sorpresa! Me encantaría ver vuestra cara en este momento… Aquí me tenéis con mi marido vestidos con los trajes típicos de una boda tradicional japonesa, ¡no me puede gustar más! Los vestidos son de papel y tienen texturas distintas. Qué pena que mi imagen no les haga justicia, son una maravilla esos pequeños recortes. Reconozco que siento debilidad por los trajes de novia japonesa y, aunque sea de esta manera, ya puedo decir que he tenido mi boda a la japonesa. Tienen algo muy especial. Mirar esta foto que hice en mi última escapada a Kioto.
Recuerdo que un día Anna y yo hablamos de nuestras bodas y casualmente nos casamos el mismo año. Ella tomó buena nota y ha tenido este detalle tan bonito para felicitarnos justo cuando se han cumplido nuestros dos primeros años. Además, nos desea todo lo mejor para el futuro… y yo desde aquí a ella.
Le escribí rápidamente muy emocionada y agradecida; otro recuerdo fantástico que me llevaré de Japón y que queda plasmado para siempre en Japón y yo.