Tenía muchas ganas de disfrutar in situ de un festival en Japón y no, no me refiero a un festival como el FIB o el Sónar (eventos a los que, por cierto, debo ser la única que no ha ido nunca…). Os estoy hablando de los festivales en los que los japoneses salen a la calle ataviados con esas vestimentas que tanto nos llaman la atención a los occidentales y desfilan, bailando, acompañados por música.
Se extienden por todo el archipiélago pero desde que volví de España he pasado los días en Tokio, entre tifones y tifones aunque la verdad, me apetecía un poco estar unas semanas por aquí. También porque sabía que justo a finales de agosto en la capital se celebra Awa Odori, el festival más grande en verano.
El original se puede disfrutar en Tokushima, al sur de Japón, pero un grupo de japoneses nacidos allí y asentados en Tokio, decidieron traerlo hasta la capital. Esto pasó hace 50 años. A día de hoy, son más de 150 grupos los que desfilan y se ha convertido en una cita ineludible para los tokiotas.
Llegué a la zona del festival media hora antes de que empezara y claro, me encontré a todos los japoneses ya listos, con sus mantas/manteles extendidos a los dos lados de la calle principal y con su picnic preparado para pasar una tarde estupenda.
El ambiente era fantástico porque todo el público animaba y aplaudía a cada grupo que pasaba. Todos con la misma composición pero con vestimentas y melodías distintas.
¿Os habéis fijado en la foto superior? ¿Veis a una chica extranjera? Fue muy curioso porque a medida que se iba acercando, el corro de japoneses que se encontraba a mi lado empezó a señalarla… de manera apositiva. Estaban muy sorprendidos de que formara parte del grupo, le animaban y aplaudían. ¡Qué maja!
Estuve allí las primeras dos horas (¡no sé cuánto duraría!) y he de decir que me encantó, que era lo que esperaba. Primero, por la entrega de los asistentes y segundo, por esos sonidos, esas melodías,