¡Patinete de madera para cruzar un puente en bici en Tokio!

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Que sí, que este mes me ha dado por escribir de bicicletas, de mi “bala verde”, de los complementos que he encontrado en Tokio… y un miércoles más vengo con un post bicicletero que os va a sorprender.

Mi última escapada a dos ruedas fue a Odaiba, una isla artificial en la bahía de Tokio hasta la que puedes llegar en barco, tren, coche o bicicleta. Estas tres últimas opciones suponen cruzar el Rainbow Bridge.

Rainbow Bridge Tokio

Nosotros, como podéis suponer, optamos por cruzarlo en bici pero ojipláticos nos quedamos cuando a la entrada del puente nos encontramos con esto.

Cartel entrada Raibow Brigge en TokioBueno… la ruta programada incluía cruzar el puente en bicicleta pero si no se puede, no se puede. Decidimos aún así continuar cuando llegó, varios metros después, la segunda sorpresa. Un señor japonés nos colocó una especie de patinete de madera sujeto a la rueda trasera de la bici con velcro.

Patinete de madera en la bicicletaCon ese artilugio evitan que desobedezcas sus indicaciones y no utilices la bicicleta al cruzar el puente. Puedes “jugártela” aunque perder el equilibrio con el patinete es muy fácil, la caída está asegurada y hay cámaras de seguridad en todo el recorrido. No hay necesidad (ni prisa ni ganas he de añadir).

El señor japonés, además, apuntó las matrículas de nuestras bicicletas –ya os conté que al comprarla te obligan a registrarla-. Pasado el ‘peaje’, seguimos adelante.

Vistas de Odaiba desde el Rainbow BridgeLas vistas son maravillosas y el paseo es muy agradable. Una vez allí, pasamos de nuevo por el ‘peaje’, dimos nuestro número de matrícula y entregamos el patinete.

Ya sin patinete, recorrimos Odaiba sobre ruedas y disfrutamos de vistas como esta.

Tokio desde Odaiba

 Y sí, esta isla artificial merece un post (y lo tendréis, lo prometo) porque tiene muchas cosas curiosas que quiero que conozcáis pero de momento os dejo con estas vistas donde podéis ver el puente que cruzamos andando y una réplica de la Estatua de la Libertad.

Al atardecer, y ya con menos calor, emprendimos nuestro camino de vuelta no sin antes pasar por el ‘peaje’ -gratuito, por cierto-  y colocar de nuevo el patinete de madera. Patinete que, digo yo, podría ser menos obsoleto. No me digáis que no os sorprende que en un país como Japón te pongan semejante artilugio para cruzar un puente así…

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