Para el común de los forasteros España es sinónimo de paella, toros y sevillanas del mismo modo que Japón es tecnología, sushi y geishas. Lógicamente hay mucho más por eso hoy cambiamos la gran capital nipona por dos aldeas históricas: Gokayama y Shirakawa-go.
Vista de Gokayama
Fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco (1995) por sus tradicionales casas de estilo gasshō-zukuri: hechas de madera, sus tejados de paja simulan unas manos unidas en oración. Esa forma triangular aporta mayor resistencia al peso de la nieve.
Normalmente estas casas cuentan con cuatro pisos: los tres primeros los ocupan varias generaciones de la misma familia y el último lo utilizan para conservar las hojas de morera (con el que hacen papel) y para criar gusanos de seda.
Todas las casas tienen su huerto, su pozo… Sin duda esas aldeas son un tesoro escondido entre las montañas, rodeado de bosques y numerosos campos de arroz. Es otro Japón que me cautivó, con todas sus gentes haciendo vida normal mientras las calles se llenan de turistas y se fotografían delante de sus casas -aunque no todas están habitadas-.
Cabe destacar que Shirakawa-go es más grande, cuenta con más casas y hay más actividad. Precisamente allí nos encontramos a unos hombres cambiando la paja de su tejado.
Tiene también un camino por el bosque que te lleva a divisar la aldea desde arriba…
Aunque hay que tener cuidado: hay varios carteles que te avisan de la presencia de ¡osos en la zona! Mientras caminábamos, hablábamos sobre cómo reaccionar en caso de que un oso apareciera… (¿correr? ¿permanecer inmóvil? ¿tumbarte en el suelo?)
Leí en una guía de viaje que Shirakawa-go es una aldea especialmente mágica en invierno y pese a que nuestra visita ha sido en otoño y queremos volver, no me resisto a poner una de las muchas imágenes que hay en internet en dicha estación del año. No me digáis que no es maravillosa.

En este casi año y medio he tenido la oportunidad de conocer lugares muy especiales pero entre todos, sin duda, destacaría el día que pasé en la isla sagrada de Mijayima y la visita a las aldeas que os cuento hoy.

El camino en coche hasta allí, la gente, las casas, la comida, el entorno, los colores… en esta escapada la que os escribe fue muy muy muy feliz.