Un día en Hiroshima

Os invito a volar hasta Hiroshima, a retroceder 69 años, a mirar a vuestro alrededor. Todo está arrasado, la bomba atómica ha acabado con decenas de miles de personas. Los que se encontraban en este edificio han muerto al instante. La explosión se ha registrado a unos 150 metros pero sus vigas han aguantado.

Antiguo Pabellón de Fomento de la Industria, Gembaku Domu

Antiguo Pabellón de Fomento de la Industria, Gembaku Domu

El viaje se ha acabado. Volver al presente. Las ruinas del antiguo Pabellón de Fomento de Industria ahí siguen. Los habitantes de Hiroshima decidieron no derribarlo; es un símbolo, es un mensaje de cemento Patrimonio de la Humanidad y que hoy forma parte del Parque Conmemorativo de la Paz: un lugar para el recuerdo, contra el olvido y que tenía que traer a Japón y yo.

He tenido la oportunidad de visitar dos veces Hiroshima y las sensaciones son extrañas; estar en el lugar del que tanto has leído, del que tantas veces has oído hablar… y de repente, plantarte frente al edificio que resistió y, seguir caminando y encontrarte con un cenotafio que recuerda a las víctimas y mirar al fondo y toparte con una llama encendida, leer que es la Llama de la Paz y que sólo se apagará cuando no queden armas nucleares en el mundo.

Cenotafio

Cenotafio por las víctimas y llama de la Paz. Cúpula del Gembaku Domu al fondo.

El Parque Conmemorativo cuenta además con un Museo al que puedes entrar por 50 yenes (o.35 euros) y al que, si estás allí, debes entrar. Segunda Guerra Mundial, Japón, Estados Unidos, Proyecto Manhattan (para crear una bomba atómica), Hiroshima, lanzamiento, una fecha y una hora: 6 de agosto de 1945 a las ocho y cuarto de la mañana.

Reloj de HIroshima

A partir del reloj, más muestras del sufrimiento que vivieron los habitantes de Hiroshima. Por ejemplo, Shinichi Tetsutani, de 3 años, que jugaba con su triciclo en el jardín de su casa cuando cayó la bomba. El pequeño sufrió terribles quemaduras; no aguantó y murió esa misma noche. Su padre decidió entonces enterrar a su hijo en aquel jardín junto a su triciclo y le puso un casco en la cabeza. Cuarenta años después, el padre de Shinichi permitió que el cuerpo fuera exhumado y enterrado en un lugar apropiado. Después, cedió el triciclo y el casco al Museo.

Triciclo de Hiroshima

Y como esta, muchas más historias del horror que vas escuchando con el audioguía y que te provocan una sensación de dolor que puedes ver, además, en los rostros de la mayoría de personas que te cruzas por las galerías.

Grullas de Hiroshima¿Veis estas pequeñas grullas de papel? También están en el Museo. Son unas poquitas de las que hizo en el hospital Sadako Sasaki. Cuando explotó la bomba ella tenía dos años; aquel día no le pasó nada reseñable pero las consecuencias llegaron nueve años después cuando le diagnosticaron leucemia, entonces llamada «enfermedad de la bomba A». Cuenta la tradición japonesa que si consigues hacer mil grullas de papel, los deseos se cumplen. Ella se puso manos a la obra pero se quedó en seiscientas cuarenta y cuatro grullas.

Hoy, la historia de esta niña la conocen todos los japoneses y Sadako Sasaki también está presente fuera del Museo en el Monumento Infantil de la Paz. Gente de todo el mundo envía grullas de papel hasta este lugar.

Monumento infantil de la Paz
Monumento infantil de la Paz

Por desgracia, el Parque Conmemorativo de la Paz merece una mañana o una tarde entera. Merece pensar, merece volver la vista atrás, merece mirarnos, merece imaginar, merece sentir…

Y merece tomar nota.

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