Creo que tendría que hacer una lista de las cosas que más me gustan de Japón. También, de las que menos, sí, pero hoy os traigo una algo que me encanta, que me gustaría hacer más a menudo y de la que alguna vez ya os he hablado: dormir en un futón en un ryokan(alojamiento tradicional japonés).
Para poder alojarse en un ryokan, es recomendable hacerlo fuera de Tokio: en la capital, me atrevo a decir, es casi imposible. Por eso cogimos un tren y nos fuimos a una zona que, de momento, no os voy a desvelar, hay muchos detalles que os quiero contar antes. Para empezar el tren ya me pareció maravilloso: íbamos buscando unos días tradicionales, lejos de los rascacielos y de las luces de neón, y el tren, con ese suelo de madera, fue tan sólo el principio.
Unas tres horas después, llegamos a nuestra habitación. Como veis, colocaron una pequeña jaula para Carlota por si queríamos dejarla ahí mientras estábamos fuera. No es fácil encontrar alojamientos donde puedas ir con tu mascota pero, tampoco es imposible – que nadie desespere-.
Llegamos tarde, una hora aproximadamente antes de cenar así que nos pusimos el yukata (un kimono de algodón, informal, en este caso para estar en la habitación) y encima, una especie de bata. A continuación, nos sentamos a cenar.
Normalmente este tipo de establecimientos incluyen desayuno y cena. Aumenta el precio, es lógico, pero si tenéis la oportunidad, os recomiendo que viváis la experiencia. Durante una hora y media, una japonesa muy amable nos estuvo trayendo platos pequeños con auténticas delicias niponas.
¡Disfrutamos muchísimo de la cena! Estaba todo delicioso, el ambiente era fantástico y, realmente, parecía que estábamos en una película. Sentados en esas sillas sin patas (fijaos en la segunda imagen), vestidos de manera tradicional y con tantos platos bonitos sobre la mesa… ¡Cómo me gusta!
Al finalizar, decidimos dar un pequeño paseo con Carlota. Además, tenían que prepararnos la habitación…
Y a la vuelta, ya estaban nuestros futones preparados para descansar y dormir a ras de suelo.
A la mañana siguiente, esto fue lo que vimos al despertar.
Y por delante, teníamos un día con un tiempo increíble en un entorno maravilloso que merece un post aparte.
¿Nos vemos el próximo miércoles?